Entregar a cada dispositivo su utilidad
2025 01 12

Acabamos de pasar la Navidad y lo lógico es que, como la mayoría de mortales, estuviera estrenando varios cachivaches, pero no es el caso. Yo necesito pocas cosas en mi día a día, no soy caprichoso, me gusta tener pocas cosas y todo lo que compro lo analizo absurdamente intentando pagar por la mejor opción. Es como un filtro, si lo que me quiero comprar pasa ese filtro, merece sin duda entrar a formar parte de mi vida. Quizás próximamente vuelva a hablarte de la importancia de la limpieza vital. Así que no me he regalado ningún aparato eléctrico en esta pasada Navidad. Pero resulta que me he dado cuenta que hay ciertos momentos en los que me gustaría estar escuchando música y no puedo hacerlo. Te preguntarás por qué no puedo si hoy día todo el mundo escucha música en Spotify desde el móvil, bueno, ya me habrás escuchado decir más de una vez que Spotify es la aplicación perfecta para que la gente a la que no le gusta la música, escuche música.

Me he acordado de cuando en los años noventa me metía en la cama con el discman y antes de dormir escuchaba un disco completo. Es un momento perfecto para dedicarle a un álbum que merezca la pena el tiempo y la atención que merece. Pero me niego a hacerlo desde el maldito móvil, no intentes comprenderme, son cosas mías, yo me acepto tal y como soy. Así que he estado pensando mucho en este tema y he llegado a la conclusión que la mejor opción es comprarme un reproductor de mp3.

Si te pones a pensar, desde que el móvil interrumpió nuestras vidas, poco a poco se ha ido haciendo con las tareas del resto de aparatos. El móvil le ha arrebatado la función a las cámaras tanto de fotos como de vídeo, a las radios y transistores, al despertador, al walkman o discman, cada vez más a la tele, al calendario de papel que teníamos en la pared, lo está haciendo con las tarjetas de crédito, silenciosamente también le está robando el protagonismo al ordenador, los músicos afinan sus instrumentos con una app, cada vez más restaurantes sustituyen la carta por un estúpido QR, ya nadie se encierra en el cuarto de baño con una revista porno de papel, ya nadie tiene calculadoras Casio, ni entradas de conciertos con la foto de su grupo favorito, y cada vez más cosas son engullidas por los móviles, son como langoliers que devoran nuestro pasado. Por eso he decidido entregarle a cada dispositivo su utilidad.

A ver, tampoco me voy a volver loco y voy a comprarme un Tomtom para el coche, pero creo que un verdadero melómano jamás debería usar el móvil para escuchar música. Sé que entiendes lo que quiero decir.

Todavía no sé cuál comprarme, vuelve pronto que te lo contaré.




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