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Las mujeres tienen que estar blanditas

Es curioso como el atractivo físico, al igual que la moda, evoluciona según los caprichos de esa mano invisible que nos controla. La barba, los tatuajes, las gordas o el pelo largo, todas las tendencias por muy raras que sean, siempre tienen su momento de gloria. Siempre se dice que detrás de todos estos cambios está la publicidad, la gente escupe esa frase y se creen los eruditos del siglo XXI. ¿Pero quién mueve los hilos de la publicidad?

La verdad es que me importa un soberano cipote. No quiero perder el tiempo ni hacértelo perder a ti en absurdas teorías del control social y bla bla bla. He comenzado hablando de los cambios de tendencia tan sólo porque observo horrorizado cómo poco a poco el atractivo femenino está mutando a la masculinización de la mujer.

Mujeres tatuadas, con el pelo corto y musculosas son trending topic. Entre feministas, empoderadas y perturbadas, la figura de la mujer occidental no está pasando por su mejor momento.

¿Por qué digo esto? Porque esta mañana he visto a la mismísima Ana Cheri, una mujer que roza la perfección, subirse al carro de la subnormalidad y promocionar en instagram esos asquerosos batidos de algas y el atractivo de la nueva mujer masculina. A ningún hombre le gusta tocar en la cama algo más duro que su propia polla.


Las mujeres occidentales han perdido completamente el norte. El hombre estaría perdido si no fuera por la resistencia, ese retén de mujeres que permanecen impasibles ante la deriva psicótica de la sociedad en la que vivimos. Mujeres que son presumidas y lucen cartucheras. Mujeres que son atractivas y no están a dieta. Mujeres que son deidades de chochos peludos. Mujeres que no necesitan salir de sus cocinas para ponernos cachondos. Mujeres de la resistencia.