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Año 2071

Hoy, con motivo del 50 aniversario de la última cuarentena, las ciudades se engalanan para celebrar el gran despertar de la nueva época. Aunque para los jóvenes sólo sean tres días sin colegio, tenemos que honrar la memoria de los caídos por el coronavirus y enseñar a las generaciones futuras que el mundo en el que vivimos es un regalo de tiempos pasados.

Son tres días de fiesta, uno por cada período de cuarentena que sufrieron hace 50 años, el primero duró dos meses, la segunda cuarentena duró el mes de septiembre y la última y más terrible, los cuatro primeros meses de 2021. Pero gracias al valor de nuestros padres y abuelos, hoy somos una civilización libre.

Hicieron falta muchos meses de encerramiento y cientos de miles de muertes por todo el mundo para que la humanidad dijera basta. Los líderes mundiales que habían formado La Resistencia, cansados de la hostilidad vertida ante la población inocente por parte del nuevo orden mundial, decidieron desvelar toda la verdad para que la sociedad en masa tomara consciencia de la esclavitud en la que vivían sin darse cuenta.

Con la primera cuarentena se logró el respeto y la puesta en valor de los ejércitos y fuerzas de seguridad del Estado. Durante la segunda cuarentena la gente abandonó las principales redes de control de masas, lideradas por la diabólica facebook, que terminaría desapareciendo tras la tercera cuarentena, período donde se crearon los centros de limpieza social, donde se exterminaron a los despojos sociales que hasta entonces habían vivido como pequeños reyes en hoteles-cárcel.

El globalismo, que hasta entonces había sido un falso dogma, dio paso a un período duro de autarquía, donde las economías tuvieron que reindustrializarse dando como resultado el equilibro social del que aún seguimos disfrutando. La caída de las mal llamadas redes sociales, provocaron la pérdida de miles de millones de fotografías, recuerdos de toda una generación que desaparecieron de la noche a la mañana, hecho que disparó el resurgir de la olvidada película fotográfica y los soportes físicos. Y es que aunque a los jóvenes de hoy les parezca mentira, hace medio siglo se publicaban los momentos íntimos familiares sin ningún pudor ni control en el precario internet de aquel entonces.

El confinamiento cambió radicalmente el estilo de vida, y es que vivir tanto tiempo encerrados en sus casas disparó los suicidios a la tasa más alta de toda la historia, los nuevos gobiernos aprobaron leyes para disponer a los nuevos hogares de un mínimo de metros y grandes terrazas que devolvieron la dignidad a sus propietarios, también mandó derribar las antiguas y humillantes viviendas de las cuales aún se conservan algunas en las zonas más antiguas de las grandes capitales.

Viajar volvió a convertirse en un artículo de lujo, pero a la gente le dio igual porque perdió la necesidad de salir al extranjero por miedo a quedarse sin regreso por culpa de una nueva pandemia.  Las aerolíneas subieron los precios pero a su vez ensancharon los asientos, mejoraron el servicio a bordo que hasta entonces había sido tercermundista y viajar volvió a ser digno. Las ciudades se vaciaron de turistas y todo volvió a ser como antes, es decir, a como son las cosas hoy, y es que la modernidad que creyeron vivir nuestros padres y abuelos, era realmente la opresión tiránica disfrazada de engaño.

La sociedad miró atrás para seguir avanzando. Los soportes físicos y los nuevos hogares promulgaron el resurgir del mueble bar, elemento icónico de nuestros hogares que guarda nuestros álbumes de fotos en papel. También el tocadiscos llegaría para quedarse, y es que parece mentira que hasta hace pocos años la gente escuchaba música sin oler ni tocar el soporte.

Las mujeres volvieron a ser femeninas tras demostrarse que los movimientos de género no fueron más que aquelarres luciferinos que sólo buscaban el asesinato en masa de indefensos prenatales. Las operaciones estéticas desmesuradas, los tatuajes, los aumentos de labios y depilaciones íntegras dieron paso a mujeres naturales, la belleza femenina que a punto estuvimos de perder.

Así que aprovechad estos tres días de asueto y salid con vuestras familias a pasear por nuestras calles sin delincuencia, que vuestros hijos disfruten de todos los productos que cuelgan de los miles de frutales que adornan nuestras ciudades y contadles, que la fruta en las calles, el agua fresca en las fuentes y los cielos sin contaminación, son un regalo que nuestros antepasados pagaron con mucho sufrimiento.

Por cierto, este humilde columnista que os habla, no ha podido resistirse, y ha escrito este artículo en uno de los ordenadores de aquella época acompañado de lo que sigue siento la mejor bebida del mundo.