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2020/11/04

El placer de la decepción

Hace ya bastantes años que no espero nada de nadie, prácticamente el 99% de la población apesta, muchos de ellos incluso de forma literal. No tener expectativas es la mejor estrategia para no llevarte decepciones. A ver, no quiero que mis palabras suenen a resentimiento postraumático, de entre todas las cosas que me amargan la vida, las relaciones sociales no son una de ellas. Simplemente he querido comenzar de esta forma para hablarte del aspecto divertido de las decepciones. Es posible que jamás te hayas planteado que una decepción pudiera tiene un lado divertido, pero para eso llevo yo años aquí, querido amigo de la red de redes, para enseñarte las cosas que tienes delante pero que no eres capaz de ver.

El concepto 'placer de la decepción' se me ha ocurrido cuando viendo algunas fotos que hice el año pasado, he visto la de una Coca-Cola de vainilla con naranja.

Coca-Cola Orange Vanilla


Verás, al ver esta fotografía lo primero que he recordado ha sido el sabor a rayos que tenía ese brebaje, pero acto seguido me han asaltado unas ganas tremendas de volver a vivir otra vez esa misma experiencia. Ya sabes de mi pasión por la Coca-Cola, así que cuando estoy en otro país y veo una "Coca-Cola nueva", me invade una ilusión bastante extraña a la vez que placentera, es un sentimiento como muy de niño, ya sabes, la ilusión provocada por algo que carece de importancia pero que por alguna razón te hace muy feliz. Bien, pues todos esos momentos de ilusión han desembocado en profundas decepciones, ya que ninguna, no exagero, ninguna Coca-Cola de sabores me ha gustado, llegando algunas incluso a repugnarme.

Hablo de decepción porque mis expectativas siempre han sido llenar una maleta de latas para pasarme los dos meses siguientes bebiendo un producto misterioso imposible de conseguir en España. Y en lugar de eso, vuelvo siempre con un par de latas o botellas que no logro terminar.

Pero lo bueno es que me he dado cuenta que lo divertido de todo esto es ir acumulando decepciones, da igual que sea de limón, lima, café, cereza, vainilla, naranja, sándalo, frambuesa o como en este último caso, vainilla con naranja, lo importante no es el producto, sino la experiencia que me supone, aunque sea decepcionante. Así que cuando veo un producto novedoso, llamativo y fascinante, en lo más profundo de mi psique, deseo que sea decepcionante, porque al igual que un plato dulce y salado puede llegar a ser exquisito, la combinación de placer y decepción también puede serlo.