Hace poco te conté cómo Interviú, la mejor revista española de todos los tiempos, en 1976 fue pionera en normalizar socialmente la homosexualidad, y lo hizo de una forma brillante, utilizando a la mujer desnuda como caballo de Troya.
Al igual que la homosexualidad, el racismo ha sido otro agente más del marxismo cultural que Interviú ha ido inoculando poco a poco en la sociedad española, por eso hoy quiero recordar un reportaje que acaba de cumplir 25 años, el cual considero de suma importancia al ser fiel reflejo de los valores sociales de la España de 1992.
Para empezar lo más destacable, y a su vez normal en cualquier publicación de la época, es la ausencia de la censura invisible de lo políticamente correcto, ya que lo primero que leemos es la frase "Mami, ¿qué será lo que ha hecho el negro?".
El "experimento" consistió en llevar por la calle a un hombre negro con las manos atadas por un hombre blanco, supuestamente racista. Dice así: la escena sería impensable hasta en los lugares más racistas del planeta, pero en Madrid sorprendió a pocos: un hombre de color maniatado es conducido por un supuesto 'cazador de negros indocumentados' hacia la comisaría más próxima. Algunos transeúntes se quedan perplejos ante lo que están viendo, otros miran con curiosidad y hay quien incluso se apresta a colaborar. No falta quien se pregunta qué es lo que habrá hecho el negro para ser llevado así. Increíble, pero cierto.
Obviamente cuando el reportero escribe "la escena sería impensable hasta en los lugares más racistas del planeta" está claro que o no ha salido de España o usa simple palabrería para hacernos creer que debemos estar avergonzados por ser los más salvajes del mundo.
Cuando los vecinos se acercan curiosos el hombre blanco les explica: estoy cazando negros sin papeles para devolverlos a su país. Este lo acabo de coger y lo voy a llevar a comisaría. ¿Me quiere usted ayudar? Antes de que el buen hombre pueda responder, la situación se nos empieza a ir de las manos: la gente se arremolina al rededor de los 'ganchos' y los coches comienzan a parar, organizándose un atasco considerable. Lo más curioso es que la mayoría de los viandantes ve como cosa normal lo que allí está pasando y sólo algunas tímidas voces se alzan contrariadas al ver a un hombre sujeto por una cuerda.
Memorable, de ser verdad, el momento del guardia que se acerca y al ver todo el tinglado dice: Mire, a mí todo esto no me parece ni bien ni mal, pero sea más discreto y no lleve a nadie atado con una cuerda por la calle porque fíjese la que se ha liado en un momento. Váyase de aquí cuanto antes y ustedes hagan el favor de circular. Antes de marcharnos le decimos al agente que estamos haciendo un reportaje para Interviú y se echa a reír.
A otro señor mayor le dice: Mire, soy cazador de negros indocumentados, acabo de coger a éste y tengo entendido que por aquí viven algunos más. ¿Sabe usted dónde? -Es que yo no vivo en esta zona pero si va usted por mi barrio, en Moratalaz, puede usted encontrar un montón-.
En otra ocasión, cuando se lo explica al conserje de un colegio para preguntarle por un teléfono, la reacción del hombre fue meterse en el colegio para salir con un teléfono inalámbrico que prestó al 'negrero' para que éste hiciera una llamada falsa, tras la llamada le agradece la amabilidad al conserje que responde: de nada hombre, de nada. Si no nos ayudamos los unos a los otros...
Esta situación que a día de hoy sería imposible reproducir en cualquier rincón de España, es la verdadera noticia. La sociedad española ha pasado en tan solo 25 años de ayudar a un 'cazador de negros' a increpar a la propia policía por detener a delincuentes extranjeros.
La reacción popular de éstas personas hace 25 años no deja de ser una anécdota que de alguna forma refleja el sentido por la defensa de sus calles, el orden social y el bienestar de todos. Lo que podríamos llamar un primitivismo sincero, libre de toda contaminación marxista y sujetas a la únca razón individual sin condicionamientos externos.
Vergüenza causa lo de hoy. Ver a un grupo de ciudadanos españoles increpar a la policía por reducir a uno de estos delincuentes extranjeros es una verdadera locura si lo comparamos con la reacción espontánea y sincera de los ciudadanos del reportaje.
Para comprender la situación actual e intentar predecir la futura, debemos obviar las subjetividades de cada momento e intentar centrarse únicamente en la evolución sufrida en todo este tiempo. Parece que a la población se le ha ido lobotomizando para convertirse en estúpidas máquinas reprogramadas incapaces de discernir con juicio propio, temerosos por ser víctimas de lo políticamente correcto.
Aquí os dejo la imagen de una heroína anónima, capaz de poner en peligro su integridad por defender su país, su calle, su casa.