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La decadencia de Hipercor

Hace un par de días estuve dando una vuelta por Hipercor, bueno en realidad estuve paseando por la parte exterior de El Corte Inglés, de estos que están remodelando ahora cercando los espacios como si fueran centros comerciales normales. Se trataba del clásico paseo de verano por ECI para comprar cualquier antojo. Total que hacía tiempo que no entraba en Hipercor y entré con ánimo de gastar el jornal que conseguí ganar con tremendo esfuerzo en las minas de bauxita de Guinea.

Te digo de verdad que tenía ganas de comprar cosas, pero ver los mismos productos que se ven en otros establecimientos, algunos al doble de precio, apagaron mi apetito consumista, porque ya no se trata de pagar por un producto exclusivo de la mejor calidad, sino de hacer el canelo pagando el doble por los mismos productos de siempre. Así que empecé a deambular taciturno y apesadumbrado por aquellos solitarios pasillos en pos de encontrar un pequeño atisbo de luz que nunca llegó.

No sé si fue el olor a chanquete seco de la pescadería o la soledad de los pasillos, pero no me gustó nada aquella sensación. Como me daba vergüenza salir sin nada, cogí tan sólo dos productos random, y cuando los vi sobre los hierros oxidados de aquel carrito, me di cuenta que estaba ante uno de esos momentos épicos que deben ser fotografiados por lo lamentable de la situación.

Le decadencia de Hipercor

Esta foto me hizo pensar en lo divertidas que serían las redes sociales si en vez del postureo fotocopiado de la gente mediocre, se publicasen este tipo de momentos llenos de realidad. Porque para eso estoy yo aquí, mi querido cibernauta, para mostrarte tanto la cara más real de la vida como los chochos más suculentos de todo internet.

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